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  • ¿Quiénes somos?
  • Somos dos hermanos, Maria Antònia y Sebastià Pastor, cuarta generación de una familia de tradición vinatera de Santa Maria del Camí. Nuestro padre, Sebastià Pastor Sureda, y nuestra madre, Catalina Moyà Crespí, fueron quienes nos transmitieron un estilo de vida dedicado al cultivo y a la elaboración del vino, siempre entendido como un traspaso heredado de padres a hijos, de la misma manera que la transmisión y la venta de la propia elaboración.

    Actualmente la empresa está formada por Sebastià Pastor Moyà, químico y enólogo, maestro artesano, que se encarga de la elaboración de los vinos y de la empresa; y también por Maria Antònia Pastor Moyà, vitivinicultora y encargada del márquetin y la promoción de eventos, y por Catalina Moyà Crespí, propietaria de la bodega y dependienta desde hace más de 30 años de la tienda donde se pueden comprar nuestros vinos de forma directa.

  • ¿De dónde venimos?
    ORIGEN: El “celler de Can Vinagre”

    Para hablar de nuestros orígenes nos tenemos que remontar hasta el año 1937, cuando Sebastià Pastor i Mayol, payés e hijo de payeses mallorquines, decidió empezar a elaborar vino a partir del zumo de las uvas de las viñas familiares. Hay que remarcar que la tradición vitivinícola ha estado muy arraigada en nuestro pueblo desde tiempos inmemoriales. De hecho, tenemos constancia y documentación de antes de la Guerra Civil que demuestra la existencia de más de treinta bodegas familiares o casas donde se elaboraba vino.

    De esta manera, Sebastià Pastor i Mayol empezó esta aventura y, aunque tuvo que pasar tiempos difíciles, gracias a su convicción y amor por la tierra, y por supuesto gracias a sus frutos, finalmente consiguió que sus vinos no pasaran desapercibidos y por eso, aun actualmente, después de cuatro generaciones, continúa viva su pasión y estima por el campo y el vino, así como su espíritu de lucha constante.

    Pero nada de esto hubiera sido posible sin la presencia femenina. Las mujeres siempre han sido parte de este negocio familiar, no solo colaborando en la venta y el trato directo con los clientes, sino en todo el proceso. Son parte de la esencia de lo que ha sido y es la bodega Sebastià Pastor. La primera de ellas fue Francisca Batle Busquets, mujer de Sebastià Pastor i Mayol, con quien tuvieron tres hijos: Sebastià, Jaume i Llucia. Con la ayuda del padre de Francisca, obrero de construcción, hicieron un lagar (almacén subterráneo) en la casa y construyeron depósitos para poder vendimiar y fermentar el vino. Así empezaron a elaborar el vino que después vendían a las posesiones de los alrededores, entre otros clientes.

    Más adelante, Sebastià Pastor i Mayol compró la casa familiar actual a su hijo Sebastià cuando éste se casó. Esta casa ya tenía construida una bodega con lagar, de modo que empezaron a elaborar y a vender el vino allí. Desde entonces esta casa y “celler” es conocida como Can Vinagre, nombre o apodo que todavía continúa muy vivo en el pueblo. Se trata de un apodo que siempre nos ha acompañado y que aporta identidad y sentido, no solo a nuestros vinos, sino a toda nuestra familia. Puede parecer gracioso que una bodega donde se hace vino sea conocida como Can Vinagre, pero la historia de este nombre es bien curiosa y tiene su origen en una anécdota que siempre nos ha contado nuestro abuelo, Sebastià Pastor Batle:

    “Resulta que un día, hace mucho tiempo, el padre mi bisabuelo estaba segando en ‘sa Baseta’, donde estaba la primera casa de Can Vinagre. Debía de estar muy cansado de segar y pasó por la carretera un carro con un señor que vendía vinagre, y se le ocurrió decirle: ¡Señor! ¿Queréis que nos cambiemos el trabajo? Usted segará y yo venderé vinagre, y así me dirán: ‘l’amo de Can Vinagre’”.

    Y así fue como se nos quedó pegado este nombre, etiqueta que llevamos puesta con mucho gusto y orgullo, porque nos recuerda quiénes somos y de dónde venimos.

    De esta manera, entonces, empezaron a hacer de viticultores: se encargaban del cuidado de viñas de otra gente, como las de Son Crespí, al mismo tiempo que elaboraban su propio vino en la bodega de Can Vinagre. Y fué así hasta que Sebastià Pastor Batle, nuestro abuelo, decidió dedicarse exclusivamente a sus viñas y a elaborar su vino. La tradición continuó y en 1954 se casó con Maria Sureda, que también se hizo cargo de la venta del vino en la tienda. El único hijo que tuvieron, Sebastià Pastor Sureda, tomó el relevo generacional y fue quien inició la mayoría de cambios y modernizaciones necesarias para adaptarse a los nuevos tiempos. En 1981 se casó con Catalina Moyà, actual propietaria y que continúa como encargada de la atención y venta al público directa en la tienda, el antiguo “celler de Can Vinagre”.

  • Reconversión

    Han pasado muchos años ya, y la manera de entender la elaboración de vino ha cambiado. La bodega Sebastià Pastor siempre ha tenido clara la necesidad de hacer una política de mejora continuada, de adaptarse y modernizar las instalaciones. Así, desde los inicios con depósitos de hormigón, hemos pasado a elaborar nuestros productos con materiales que han ayudado a mejorar su calidad, como la fibra de vidrio o el acero inoxidable. También hemos incorporado las nuevas tecnologías para combinar la manera tradicional de elaboración de vino con las innovaciones que han ido surgiendo, los estudios y especializaciones de los últimos años, como el control constante de la temperatura durante el proceso de elaboración o la fermentación controlada.

    Sebastià Pastor Moyà, actual responsable de la elaboración del vino, es enólogo de formación y ha incorporado su propio laboratorio a las nuevas instalaciones. Esto ha permitido mejorar la calidad de los vinos de siempre y la creación de nuevos. Ha conseguido mantener la tradición heredada y fusionarla con los nuevos conocimientos y las nuevas tecnologías.

    Una de nuestras principales características es el mantenimiento de la esencia y la identidad de nuestros vinos, y por este motivo, más allá de las inevitables modernizaciones, continuamos apostando por cultivar y crear los vinos a partir de las variedad autóctonas de nuestra zona geográfica, como el Manto Negro, el Callet y el Premsal Blanco (también conocido como Moll o Mollet).

    “La importancia de esta bodega es haber mantenido el sentido, de payeses y el origen familiar, pero también haber sabido adaptarse a las nuevas tendencias que corren por el mundo del vino”. (Jaume Vich Pericàs).